Más tarde llegué a pensar que tal cosa llamada
amistad realmente no existía. Que era solo un rótulo para
cagar a la gente por la espalda y esconder la piedra bajo el grito de “¡¡cómo
te voy a hacer eso si somos amigos!!”. Me costó mucho deshacerme de esa
idea tan convincente y cierta. Me supuso un esfuerzo enorme hacerme creer que
estaba errada, descartar esa idea de mi cabeza. No había amistad. Entonces
decidí que a partir de aquel momento no iba a confiar en nadie