3.8.12


Lo doloroso es que definitivamente así se quede uno: siendo una maldita obsesiva. Supuse que tenía que superarlo pero nada parecía cambiar. De mis inventos, de eso vivía: del timbre que le había atribuido a la voz de él, de la personalidad que le compré, de un futuro ideal juntos, donde no existiera diferencias. En mi cabeza podíamos ser felices y no entendía por qué no se concretaba mi sueño. Me enojé con dios y con el mundo